La colitis es una afección del aparato digestivo que afecta tanto a humanos como a perros, provocando trastornos digestivos, producción de gases, diarrea y dolor abdominal. Al igual que nosotros los humanos, los perros también deben encontrar la alimentación ideal para lograr mantener a raya dicha molestia. Sólo se debe recurrir al tratamiento con medicamentos solo cuando la colitis se vuelve aguda.

Alimentos idóneos para el perro que padece colitis

Las marcas de pienso tienen cada vez más conciencia del problema de la colitis. Es por ello que hoy en día podemos encontrar en el mercado una gran variedad de completos alimentos (secos y húmedos) formulados para no forzar el aparato digestivo de los perros. Si, por el contrario, hemos optado por alimentar a nuestro perro con comida preparada por nosotros, lo ideal es ceñirnos a proteínas animales digeribles (pollo, pavo y conejo) añadiéndoles arroz hervido y pocas verduras, precisamente porque la fibra puede desencadenar una reacción negativa. El pescado hervido también es una excelente opción. De lo contrario, debemos moderar los huevos y las vísceras. 

¿Qué puede comer un perro con colitis?

Fructooligosacáridos y alimentos hipoalergénicos para perros con colitis

Los alimentos formulados para perros con colitis contienen a menudo contienen grandes cantidades de fructooligosacáridos, (abreviado como FOS), que son carbohidratos complejos que ayudan a eliminar bacterias y a mantener limpio el colon del perro. Si por el contrario este problema viene dado por intolerancias y alergias, lo ideal es elegir un pienso hipoalergénico suministrado previo consejo de un especialista. Por lo general, los perros de intestino delicado nunca deben comer castañas, harinas de garbanzo y azúcar, para evitar episodios de fermentación.

Otros factores determinantes para tratar a un perro con colitis

La colitis es una condición crónica que puede desencadenarse en cualquier momento, por lo que la nutrición no solo, sino todo lo que lo rodea y el estilo de vida que lleva nuestro perro. Cualquier episodio de estrés puede ser el detonante que desencadene una reacción aguda, por lo que debe gestionarse con máxima cautela. Cambios, viajes, llegadas de niños u otro perrete a la casa… Todos ellos son eventos que el perro debe afrontar con la mayor tranquilidad posible.